EL BARÓMETRO

Trump y el espaldarazo a las narrativas anti-mujeres.

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Bastaron las primeras 24 horas de la victoria de Donald Trump para que se registrara un aumento del 4.600% en las menciones de las frases “tu cuerpo, mi decisión” y “vuelve a la cocina” en X, según ISD Global. Los principales gestores de estas narrativas, aunque desafortunadamente hubo mujeres también, fueron hombres.

Esta narrativa en línea habla de una relación que no se puede ignorar más: la que hay entre políticos conservadores y hombres influenciadores con alto alcance en redes sociales. Por tomar un ejemplo, el principal promotor de la frase “tu cuerpo, mi decisión” fue el influencer y podcaster conservador y nacionalista, Nick J. Fuentes, quien ha logrado más de 95 millones de vistas en su trino en X. Un trumpista y un activo electoral importante en las pasadas elecciones.

Trino en X de Nick J. Fuentes.

Y la lista no para: influenciadores y comediantes como Theo Von, Andrew Schulz, Joe Rogan y Andrew Tate (este último acusado por el delito de violación y tráfico de personas), abrieron sus micrófonos y cámaras a la nueva dupla de hombres -blancos- que llegan a la Casa Blanca.

Al ritmo de los algoritmos, difunden narrativas anti-mujeres normalizando todo tipo de violencias: sexualización, menosprecio, anulación de agencia e incluso incitación al uso de la violencia sexual. En Estados Unidos, según ISD Global, después del despegue de estas narrativas, mujeres en TikTok denunciaron hostigamientos de hombres desconocidos que comentaban en sus perfiles “tu cuerpo, mi decisión”. En un foro de Facebook, un padre preocupado comentó que a su hija le dijeron tres veces en un día “tu cuerpo, mi decisión” dentro del campus universitario. Las narrativas violentas no son sólo un ejercicio de hostigamiento digital; son rápidamente accionables en el mundo físico.

La “Manósfera”, una comunión de varones que cultivan y propagan discursos misóginos en redes sociales, está teniendo tanto impacto mediático como electoral. Son hombres comunes y corrientes que hablan de deportes, de criptomonedas, éxito empresarial pero siempre están hablando de sus visiones políticas del mundo cuyo problema principal son las mujeres y avance de sus derechos.

La “Manósfera” no es un grupo de whatsapp o de Instagram. Es el espacio de socialización donde los hombres están aprendiendo a relacionarse con el mundo. Lo que hace unos años veíamos como hombres aislados, hoy ha demostrado su poder organizativo y movilizante. Estamos viendo que no sólo impusieron narrativas anti-mujeres en redes sociales, sino que son nichos electorales que hacen el trabajo para ganar votos y elecciones.

Trino en X de Javier Milei tras la victoria de Donald Trump.

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Pero esto no solo ocurre en los Estados Unidos, también pasa en América Latina. En Argentina, por ejemplo, un año antes de la posesión de Javier Milei, la investigación “Juventudes y Democracia en América Latina” planteaba que, para los miembros del Partido Libertario que integraron la investigación, era de extrema importancia el rol de los influenciadores políticos. Álvaro Zicarelli, Agustín Laje y el mismo Javier Milei fueron mencionados como referentes. Les llamaba la atención un varón que hablaba sin tapujos y que alardeaba de su “incorrección política” frente a el lenguaje incluyente, el aborto y otros temas que estaban siendo defendidos por los movimientos de mujeres. La Manósfera jugó un rol y Javier Milei consolidó una fuerza política importante entre los hombres más jóvenes.

No es menor que esto suceda en un contexto que, según Puentes y Sensata en “Radiografía de hombres en América Latina”, el 53% de los hombres encuestados en la región desaprueban las narrativas pro derechos de las mujeres. Una cosa es desaprobarlas y otra muy distinta es usar las herramientas de las redes -las mismas que los empresarios de la tecnología nos han dicho incansablemente que nos conectan y unen- para construir comunidades de hombres que abiertamente ven en las mujeres su peor enemigo.

En Colombia, por ejemplo, la palabra “veneca” en X tiene relación con significados degradantes y deshumanizantes que pueden consultar en esta investigación realizada por El Barómetro y Natalia Henao Tamayo, investigadora del Observatorio de Diversidad y Género de la Universidad de Buenos Aires. También se ha estudiado el impacto de los discursos de odio en mujeres candidatas a cargos de elección popular. Está mucho más normalizado sexualizar, menospreciar e incluso incitar a la violencia sexual para lastimar a una mujer candidata que a un hombre candidato.

Mientras los gobiernos, agencias de cooperación y ONGs hacen esfuerzos por fortalecer sus agendas y políticas públicas enfocadas en la igualdad, parece estar construyéndose una masculinidad que agudiza su contradicción con las mujeres. ¿Es hora de pensar en la masculinidad como un asunto de urgencia pública? ¿Es hora de hablar de qué tipo de masculinidad puede pelear codo a codo por las agendas de las mujeres, que no son más que las agendas de la humanidad misma? ¿Es hora de abrir espacios de discusión sobre cómo los hombres se están narrando a sí mismos y cómo nos narran a nosotras? Ya no son manzanas aisladas.

Mientras tanto, hombres como Trump y Vance adoptan narrativas de masculinidad funcionales a sus intereses políticos. Esas narrativas les ayudaron a ganar las elecciones en una de las economías más determinantes del mundo.

Quienes trabajamos y luchamos por sociedades integradoras debemos analizar críticamente los cambios narrativos a los que nos está invitando el contexto económico, social y político actual. Nuestros datos, evidencias y análisis deben estar en función de transformar la realidad como la conocemos, de articularnos para generar impacto y de organizarnos para defender agendas de derechos humanos.

Karen Noriega, Coordinadora de Comunicaciones de El Barómetro.

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